El Pontífice envía mensaje al Encuentro Regional
Europeo de la “World Medical Association” sobre los temas del llamado
“final de la vida”
El papa Francisco se refirió a los varios
interrogantes sobre el final de la vida que hoy tiene “nuevas formas” debido a
“la evolución del conocimiento y de las herramientas técnicas puestas a
disposición por el ingenio humano”.
“Notamos, de
hecho, que no activar o suspender el uso de medios desproporcionados, equivale
a evitar el ensañamiento terapéutico,
es decir, a llevar a cabo una acción que tiene un significado ético
completamente distinto de la eutanasia, que sigue siendo siempre ilícita, ya que se
propone interrumpir la vida dando la muerte”.
Lo hizo en un
mensaje enviado a los participantes en el Encuentro Regional Europeo de la
“World Medical Association”, organizado por la Academia Pontificia para la
Vida (dirigida por Vincenzo Paglia), en el Aula Antigua del Sínodo en el
vaticano del 16 al 17 de noviembre de 2017.
Francisco
admite los aspectos positivos de la medicina en el prolongar la vida, esto es,
ha desarrollado “una capacidad terapéutica creciente, que ha permitido superar
muchas enfermedades, mejorar la salud y prolongar el tiempo de vida”.
Sin embargo,
advierte de que no todas las prácticas médicas equivalen a promover la salud.
En este sentido, declaró que “mantener funciones biológicas que se
han vuelto insuficientes, o incluso reemplazarlas” no es siempre un bien.
“Se requiere,
pues, un suplemento de sabiduría, porque hoy en día es más insidiosa la
tentación de insistir en tratamientos que producen efectos poderosos en el
cuerpo, pero a veces no ayudan al bien integral de la persona”, dijo.
El Papa
califica moralmente aceptable la “renuncia al ensañamiento terapéutico”.
Por ello,
recordó que “no es obligatorio utilizar siempre todos los recursos
potencialmente disponibles y que, en casos bien determinados es lícito
abstenerse”.
Por tanto, “es moralmente lícito renunciar a la aplicación
de los medios terapéuticos, o suspenderlos, cuando su uso no corresponde a
ese criterio de ética y humanidad que se denominará en lo sucesivo
“proporcionalidad de la cura”.
Ante los
médicos, el Papa insistió considerar las “condiciones del enfermo y de sus fuerzas
físicas y morales” (ibid.)”. Invitó a ver el “límite mortal de la condición
humana, en el momento en que se da cuenta de que no se puede contrarrestar.”
Advierte que
“con esto no se pretende provocar la muerte”. Lo que quiere decir es que “se
acepta no poder impedirla”.
“Esta
diferencia de perspectiva restituye humanidad al acompañamiento del morir sin abrir justificaciones a la
supresión de la vida”, añadió.
El Sucesor de
Pedro indica que hay situaciones dramáticas que “a menudo son difíciles de evaluar”.
Y asegura que no se puede aplicar una regla general.
“Es necesario un cuidadoso discernimiento, que considere el
objeto moral, las circunstancias y las intenciones de los sujetos
involucrados”. Explicó que es importante el “acompañamiento del enfermo”, y
trabajar por la “dignidad humana”.
Francisco señaló que la persona enferma
tiene el papel principal a la hora de decidir sobre su salud para no caer en el
“ensañamiento terapéutico” y se mantiene la posición de decir no a la
“eutanasia”.
Fuente: Aleteia